En el interior de la razón
Dentro de lo que
pensamos, lo que ni se nos pasa por la cabeza, lo que obviamos o lo que
directamente olvidamos… ahí aparece la razón. Hablando de lo que ocurre
actualmente, de cómo está cambiando la sociedad y de lo que pasa en general en
estos problemas o circunstancias de las que voy a hablar, nos corroe el
egoísmo. Cada día hay miles de asesinatos, ya sean de abortos o debido a la maldad
humana, miles de suicidios por culpa de nuestro egoísmo de no parar le los pies
a aquellas personas que lo están pasando, que han olvidado la vida misma y en
vez de poner de nuestra parte cada uno, pensamos que no nos incumbe no queremos
mancharnos las manos y lo dejamos pasar como si nada. Y me pregunto: ¿Por qué
sucede esto? ¿Por qué nos come el egoísmo? A lo mejor tenemos miedo a proferir
lo que pensamos o a lo que pienses de nosotros, pero no nos damos cuenta que
somos testigos de esto y que matamos callándonos porque pensamos que tenemos la
razón y no demostramos nuestro amor o quizá interés hacia la otra persona que
está en un momento grave, confusa o puede equivocarse y ser marcada por ese
error para toda su vida porque nadie actúa. Lo peor es que pensamos que no
podemos hacer nada, que es su opinión, que es su vida pero quizás nadie le
demostró un poco de amor nunca y por eso no cree en él y se suicida o mata.
Aunque no lo creamos nosotros podemos cambiar su opinión, corregirla o al menos
advertirle de lo que está bien y lo que está mal, porque si contribuimos no
seremos personas vertiginosas con un corazón ciego que no ve lo que pasa acerca
de esto. Ha llegado el momento de quitarse la venda de los ojos y actuar
discutiendo, rebelándose contra esto y haciéndonos fuertes como si fuéramos la
vaina de una haba, una capa de mortero que una vez formada nadie la puede
destruir, porque podemos convertirnos en la instrucciones de estas personas que
nos necesitan sin que nos lo tengan que pedir. Solo hace falta disposición y
esto cambiará si tenemos amor hacia el otro y siendo un ejemplo para los demás
con nuestros actos. Ahí está la razón del corazón del ser humano, que tantas
veces perdemos.
María De Castro
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